Llegaron los príncipes de los padres de la familia de Galaad hijo de Maquir, hijo de Manasés, de las familias de los hijos de José; y hablaron delante de Moisés y de los príncipes, jefes de las casas paternas de los hijos de Israel, y dijeron: Jehová mandó a mi señor que por sorteo diese la tierra a los hijos de Israel en posesión; también ha mandado Jehová a mi señor, que dé la posesión de Zelofehad nuestro hermano a sus hijas.
a. Jehová mandó a mí señor que por sorteo diese la tierra: Este pasaje es una referencia de vuelta a Números 27:1-11, donde las hijas de Zelofehad estaban preocupadas que la herencia de su padre se desvanecería, porque no había hombres en su familia.
b. Ha mandado Jehová a mi señor, que dé la posesión de Zelofehad nuestro hermano a sus hijas: Dios, por medio de Moisés, declaro que si un padre no tenía hijos, la herencia podía entonces ir a las hijas.
Y si ellas se casaren con algunos de los hijos de las otras tribus de los hijos de Israel, la herencia de ellas será así quitada de la herencia de nuestros padres, y será añadida a la herencia de la tribu a que se unan; y será quitada de la porción de nuestra heredad. Y cuando viniere el jubileo de los hijos de Israel, la heredad de ellas será añadida a la heredad de la tribu de sus maridos; así la heredad de ellas será quitada de la heredad de la tribu de nuestros padres.
a. Si ellas se casaren con algunos de los hijos de las otras tribus de los hijos de Israel, la herencia de ellas será así quitada: Si la tierra era dada a las hijas, entonces cuando las hijas se casaren, la tierra iba a la tribu de sus esposos – y eventualmente, las tierras de la tribu original se agotarían.
b. Así la heredad de ellas será quitada de la heredad de la tribu de nuestros padres: Resolver el problema de las hijas de Zelofehad había creado otro problema – como mantener la propiedad en una tribu a través de generaciones. Esto ilustra un principio importante – que raramente hay soluciones perfectas a los problemas; usualmente hay respuestas que son intercambios en otras áreas. La madurez es capaz de hacer y aceptar las decisiones correctas incluso cuando no son perfectas, soluciones “libres de costo”.
Entonces Moisés mandó a los hijos de Israel por mandato de Jehová, diciendo: La tribu de los hijos de José habla rectamente. Esto es lo que ha mandado Jehová acerca de las hijas de Zelofehad, diciendo: Cásense como a ellas les plazca, pero en la familia de la tribu de su padre se casarán, para que la heredad de los hijos de Israel no sea traspasada de tribu en tribu; porque cada uno de los hijos de Israel estará ligado a la heredad de la tribu de sus padres. Y cualquiera hija que tenga heredad en las tribus de los hijos de Israel, con alguno de la familia de la tribu de su padre se casará, para que los hijos de Israel posean cada uno la heredad de sus padres, y no ande la heredad rodando de una tribu a otra, sino que cada una de las tribus de los hijos de Israel estará ligada a su heredad.
a. Pero en la familia de la tribu de su padre se casarán: La solución es bastante simple – si una hija en una familia recibe una herencia de tierra, ella debe casarse entre la tribu. Ya que las tribus eran suficientemente grandes, esto realmente no era una carga.
b. Cada una de las tribus de los hijos de Israel estará ligada a su heredad: Aparentemente, si una hija se casaba fuera de la tribu, ella tenía que perder la herencia – porque no solo ella tenía derechos de la herencia, sino que la tribu también tenía. Su derecho individual de la herencia no era el único ni tampoco el de mayor consideración.
Como Jehová mandó a Moisés, así hicieron las hijas de Zelofehad. Y así Maala, Tirsa, Hogla, Milca y Noa, hijas de Zelofehad, se casaron con hijos de sus tíos paternos. Se casaron en la familia de los hijos de Manasés, hijo de José; y la heredad de ellas quedó en la tribu de la familia de su padre.
a. La heredad de ellas quedó en la tribu de la familia de su padre: En su caso, no solo ellas se casaron dentro de la tribu, sino que ellas se casaron con hijos de sus tíos paternos – sus primos. Esto obviamente mantuvo la tierra heredándose entre la tribu, e incluso dentro de la unidad familiar aún más grande.
Estos son los mandamientos y los estatutos que mandó Jehová por medio de Moisés a los hijos de Israel en los campos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó.
a. Por medio de Moisés… en los campos de Moab, junto al Jordán: El libro de Números comenzó en el desierto (Números 1:1). Ahora finaliza tan cerca de la Tierra Prometida como tú podrías estar sin realmente estar allí.
b. Frente a Jericó: Mientras los hijos de Israel se paran al otro lado de la ciudad de Jericó, nosotros deberíamos considerar lo que se necesitaba para tomarlos de Egipto hasta este lugar frente a Jericó.
i. Desde su campamento en el Monte Sinaí, Dios le dio a Israel la oportunidad de crecer de ser un pueblo esclavo a ser un pueblo de la Tierra Prometida. Él les enseño como ser ordenados, organizados, limpiados, separados, bendecidos, como dar, de recordar la liberación de Dios, se les dio la presencia de Dios, y recibieron las herramientas para avanzar a la Tierra Prometida.
ii. Entonces, mientras la nación actualmente partía fuera del Monte Sinaí a la Tierra Prometida, ellos se encontraron a sí mismos luchando con la carne – ellos asesinaban, se quejaban, y se rebelaban; sobre todo, ellos fallaron de entrar a lo que Dios ya había establecido antes de ellos por fe – y una generación de incredulidad fue condenada a perecer en el desierto.
iii. Dios guio a la nación por algunos 38 años en el desierto, con mucho movimiento pero no progreso – continuando con más rebelión y murmuraciones, pero esencialmente esperando hasta que la generación de incredulidad hubiera muerto y una generación dispuesta a confiar en Dios para las cosas grandes hubiera llegado a la madurez.
iv. Entonces ellos partieron hacia la Tierra Prometida nuevamente, y enfrentaron los mismos desafíos de la carne – pero lidiaron mejor con ellos esta vez, hasta que ellos hicieron su camino hasta el umbral de la Tierra Prometida.
v. Por analogía espiritual, muchos cristianos mueren en el desierto porque ellos no confiarían en Dios, y no entrarían en lo que Él ha establecido antes de ellos. Muchos cristianos también ven la evidencia de la falta de fe presentarse a sí misma en una debilidad hacía las cosas de la carne. Tristemente, muchos cristianos viven más en el desierto que en el umbral de la Tierra Prometida.
vi. Finalmente, considera lo que tomaría mover a los hijos de Israel del frente a Jericó a la Tierra Prometida. Quedarse en las orillas del Rio Jordán es mejor que estar en el medio del desierto; pero no es la Tierra Prometida todavía. Ellos llegaron a este punto por fe, y van a necesitar fe para llevarlos el resto del camino.
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