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David Guzik :: 1 Samuel 26 – David perdona la vida de Saúl una vez más

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1 de Samuel 26 – David perdona la vida de Saúl una vez más

A. Una segunda oportunidad para David de matar a Saúl.

1. (1 de Samuel 26:1-4) Los Zifeos traicionan a David otra vez.


Vinieron los zifeos a Saúl en Gabaa, diciendo: ¿No está David escondido en el collado de Haquila, al oriente del desierto? Saúl entonces se levantó y descendió al desierto de Zif, llevando consigo tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de Zif. Y acampó Saúl en el collado de Haquila, que está al oriente del desierto, junto al camino. Y estaba David en el desierto, y entendió que Saúl le seguía en el desierto. David, por tanto, envió espías, y supo con certeza que Saúl había venido.

a. Vinieron los zifeos a Saúl: Las personas de la ciudad de Zif – ya habían traicionado a David y a su paradero anteriormente (1 de Samuel 23:19-23). Ahora tratan de ganar el favor de Saúl una vez más, ayudándolo a encontrar a David otra vez.

b. Llevando consigo tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David: Esto significa que Saúl se retractó de su arrepentimiento previo mostrado en 1 de Samuel 24:16-21. En esa ocasión David tuvo la oportunidad de matar a Saúl pero no la tomó. Cuando David osadamente le demostró esto a Saúl, el rey fue grandemente movido emocionalmente y públicamente se arrepintió por sus intenciones asesinas hacia David. El arrepentimiento de Saúl fue profundo, sincero, y emocional – pero no duró mucho.

i. Los tres mil hombres escogidos nos recuerdan que Saúl tenía una gran ventaja numérica. 3,000 contra 600 es una ventaja significativa.

c. David, por tanto, envió espías: Como un sabio y capaz comandante, David constantemente monitoreaba los movimientos de Saúl. David sabía dónde estaba Saúl pero Saúl no sabía dónde estaba David.

2. (1 de Samuel 26:5-8) La segunda oportunidad de David de matar a Saúl.


Y se levantó David, y vino al sitio donde Saúl había acampado; y miró David el lugar donde dormían Saúl y Abner hijo de Ner, general de su ejército. Y estaba Saúl durmiendo en el campamento, y el pueblo estaba acampado en derredor de él. Entonces David dijo a Ahimelec heteo y a Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab: ¿Quién descenderá conmigo a Saúl en el campamento? Y dijo Abisai: Yo descenderé contigo. David, pues, y Abisai fueron de noche al ejército; y he aquí que Saúl estaba tendido durmiendo en el campamento, y su lanza clavada en tierra a su cabecera; y Abner y el ejército estaban tendidos alrededor de él. Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano; ahora, pues, déjame que le hiera con la lanza, y lo enclavaré en la tierra de un golpe, y no le daré segundo golpe.

a. Estaba Saúl durmiendo en el campamento: La versión en Inglés King James dice que Saúl yacía sobre la trinchera (Saul lay within the trench). Esa traducción del Hebreo es correcta pero da la idea equivocada. La idea es que el perímetro del campamento Israelita estaba marcado por las huellas de sus carros, y era dentro del perímetro del campamento que Saúl dormía. Estaba Saúl durmiendo en el campamento es una buena traducción de la idea.

b. Y se levantó David, y vino al sitio donde Saúl había acampado: La última vez que David y Saúl se encontraron, David simplemente se estaba escondiendo de Saúl y Saúl casualmente pasó por el lugar donde David se escondía. Esta vez David activamente buscó acercarse a Saúl.

i. Y se levantó David significa que David fue. Pudo haber enviado a cualquiera de sus 600 hombres para hacer este trabajo, y desde un sentido militar hacía más sentido enviar a alguien más. ¿Por qué debería David ir en una misión tan peligrosa? El hecho de que David hiciera esto muestra su osadía y su valor; el resultado de todo muestra que Dios lo estaba dirigiendo.

c. Y miró David el lugar donde dormían Saúl y Abner hijo de Ner, general de su ejército: Mientras todo el ejército de Saúl dormía cerca del general de su ejército. David, con su asistente de confianza (Abisai hijo de Sarvia), secretamente se arrastró hasta donde dormían Saúl y Abner. Con la lanza clavada en tierra a su cabecera y todos dormidos, Saúl estaba completamente vulnerable.

d. Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano: Igual que la última vez que David tuvo la oportunidad de matar a Saúl (1 de Samuel 24:4), los asociados de David señalaron que esta circunstancia no era un accidente sino que fue diseñado por Dios – y que el diseño era que David tomara justa venganza sobre Saúl.

i. Abisai lo hizo fácil para David: ahora, pues, déjame que le hiera con la lanza. David no levantaría su mano contra Saúl pero Abisai podía hacerlo, sin sentirse mal en lo más mínimo. David podría decirse a sí mismo y a todos los demás, “Yo no maté a Saúl.”

ii. Abisai también agrega al asunto un elemento de justicia poética: la lanza usada para matar a Saúl sería la propia lanza del rey, clavada en el suelo junto a su cabeza. La lanza que antes fue lanzada hacia David en un intento de asesinato (1 de Samuel 18:10-11 y 19:9-10) ahora sería usada como instrumento del justo juicio de Jehová. Todo parecía haber sido dado perfectamente de la mano de Dios

3. (1 de Samuel 26:9-12) La respuesta de David ante la oportunidad de matar a Saúl.


David respondió a Abisai: No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente? Dijo además David: Vive Jehová, que si Jehová no lo hiriere, o su día llegue para que muera, o descendiendo en batalla perezca, guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová. Pero toma ahora la lanza que está a su cabecera, y la vasija de agua, y vámonos. Se llevó, pues, David la lanza y la vasija de agua de la cabecera de Saúl, y se fueron; y no hubo nadie que viese, ni entendiese, ni velase, pues todos dormían; porque un profundo sueño enviado de Jehová había caído sobre ellos.

a. No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente?: No era que David pensara que Saúl estaba bien. David sabía mejor que nadie que Saúl estaba hundido profundamente en pecado. Pero David sabia que incluso un Saúl pecador seguía siendo el rey ungido sobre Israel (1 de Samuel 10:1). Eso sólo cambiaría hasta que Dios lo cambiase; David no extendería su mano contra el ungido de Jehová.

i. Podríamos pensar que David tenía más razones que nunca para matar a Saúl. Ahora, Saúl se había retractado de la promesa anterior de dejar en paz a David. En la posición de David muchos hubieran dicho, “Le mostré amor y lo deje ir antes. Estoy lleno de amor, pero no soy tonto. Saúl tuvo su oportunidad y la arruinó.”

b. Si Jehová no lo hiriere, o su día llegue para que muera, o descendiendo en batalla perezca: David sabía que no era “difícil” para Dios matar a Saúl. Jehová era más que capaz de matar a Saúl en cualquier momento. Cada respiro que Saúl daba era un regalo de Dios. Dios podía permitirse matar a un hombre malvado como Saúl en cualquier momento. Cuando se trataba de herir a un ungido rey de Israel, Dios no necesitaba los servicios de un hombre consagrado y justo como David.

i. “Mía es la venganza, yo pagaré,” dice el Señor (Romanos 12:17-21). Si la venganza pertenece a Dios, no nos pertenece a nosotros, así que debemos amar a nuestros enemigos y nunca pagarles con mal.

c. Se llevó, pues, David la lanza y la vasija de agua de la cabecera de Saúl: David no iba a matar a Saúl, pero sí tomo la lanza y la vasija de agua como evidencias de que había tenido oportunidad de matar a Saúl. Probablemente, David se dio cuenta de que un profundo sueño enviado de Jehová había caído sobre ellos, y sabía que había una razón para ello.

B. David confronta a Saúl una vez más con la evidencia de su misericordia.

1. (1 de Samuel 26:13-16) David amonesta a Abner. El guardaespaldas de Saúl.


Entonces pasó David al lado opuesto, y se puso en la cumbre del monte a lo lejos, habiendo gran distancia entre ellos. Y dio voces David al pueblo, y a Abner hijo de Ner, diciendo: ¿No respondes, Abner? Entonces Abner respondió y dijo: ¿Quién eres tú que gritas al rey? Y dijo David a Abner: ¿No eres tú un hombre? ¿y quién hay como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has guardado al rey tu señor? Porque uno del pueblo ha entrado a matar a tu señor el rey. Esto que has hecho no está bien. Vive Jehová, que sois dignos de muerte, porque no habéis guardado a vuestro señor, al ungido de Jehová. Mira pues, ahora, dónde está la lanza del rey, y la vasija de agua que estaba a su cabecera.

a. ¿No eres tú un hombre? ¿y quién hay como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has guardado al rey tu señor? En esta vívida escena, David insinuó que él se interesaba más por el cuidado de la vida de Saúl que Abner.

b. Mira pues, ahora, dónde está la lanza del rey, y la vasija de agua que estaba a su cabecera: Esta dramática evidencia – como la evidencia de la esquina del manto de Saúl en 1 de Samuel 24:11 – era prueba innegable de que David tuvo la oportunidad de matar a Saúl pero no lo hizo.

2. (1 de Samuel 26:17-20) David llama a Saúl.


Y conociendo Saúl la voz de David, dijo: ¿No es esta tu voz, hijo mío David? Y David respondió: Mi voz es, rey señor mío. Y dijo: ¿Por qué persigue así mi señor a su siervo? ¿Qué he hecho? ¿Qué mal hay en mi mano? Ruego, pues, que el rey mi señor oiga ahora las palabras de su siervo. Si Jehová te incita contra mí, acepte él la ofrenda; mas si fueren hijos de hombres, malditos sean ellos en presencia de Jehová, porque me han arrojado hoy para que no tenga parte en la heredad de Jehová, diciendo: Vé y sirve a dioses ajenos. No caiga, pues, ahora mi sangre en tierra delante de Jehová, porque ha salido el rey de Israel a buscar una pulga, así como quien persigue una perdiz por los montes.

a. Rey señor mío... mi señor... ruego, pues, que el rey mi señor... su siervo: Este fraseo muestra que David habló a Saúl con una humildad genuina. Como David estaba muy bien y Saúl muy mal, hubiera sido fácil para David proyectar una actitud de superioridad hacia Saúl, pero no lo hizo.

b. ¿Qué he hecho? ¿Qué mal hay en mi mano? David pidió primero a Saúl que considerara los hechos y que pensara con claridad sobre lo que hizo David.

c. Si Jehová te incita contra mí... mas si fueren hijos de hombres: David hizo más fácil que Saúl se arrepintiera. David sabía muy bien que ni Jehová ni otros hombres habían incitado a Saúl sino que todo eso venía de la propia amargura de Saúl, carnalidad y celos. Pero ofreció sugerencias a Saúl para darle una manera más sencilla de arrepentirse. Él podía admitir que sus acciones contra David estaban mal sin admitir que se originaron en él mismo.

d. Porque me han arrojado hoy para que no tenga parte en la heredad de Jehová, diciendo: Vé y sirve a dioses ajenos. David reveló la propia lucha de su corazón bajo la presión de la implacable persecución de Saúl. Lo que más lastimaba a David era que no podía ir a la casa de Dios y estar abiertamente con el pueblo de Dios, viviendo su vida para Jehová como lo anhelaba. La presión de todo esto tentaba a David a considerar dejar a Israel por completo e irse a vivir entre aquellos que adoran a otros dioses.

e. No caiga, pues, ahora mi sangre en tierra delante de Jehová: David concluyó su apelación con una simple petición. “¡Saúl, por favor no me mates!”

i. “Hay una gran cantidad de dignidad en este discurso de David, derivada de la conciencia de su propia inocencia. No le ruega a Saúl por su vida, ni le ofrece un argumento para lograr que él desista [pare] de sus criminales intentos, sino que refiere todo el asunto a Dios, como juez y vindicador de la inocencia oprimida.” (Clarke)

f. Como quien persigue una perdiz por los montes: “Vale la pena resaltar que los Árabes, observando a las perdices, que se levantan muchas veces, pronto se cansan tanto que no pueden volar; ellos de esta manera las cazan sobre las montañas, hasta que por fin pueden derribarlas con sus garrotes. Era de esta manera que Saúl perseguía a David, viniendo a prisa tras él, y atacándolo cada cierto tiempo, con la esperanza de que a la larga, por hacerlo frecuentemente y en repetidas ocasiones, fuera capaz de destruirlo.” (Clarke)

3. (1 de Samuel 26:21) Saúl se disculpa con David.


Entonces dijo Saúl: He pecado; vuélvete, hijo mío David, que ningún mal te haré más, porque mi vida ha sido estimada preciosa hoy a tus ojos. He aquí yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera.

a. He pecado: La última vez que Saúl estuvo en esta posición fue sobrecogido por la emoción. Sus sentimientos parecían estar bien pero su vida no cambió (1 de Samuel 24:16-21). Esta vez hay algo frío y mecánico en las palabras de Saúl. Las palabras parecen las correctas pero los sentimientos no están ahí.

b. Ningún mal te haré más... He aquí yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera: Parece – tanto por el “sentimiento” del versículo como por las acciones subsecuentes de Saúl- que Saúl no está arrepentido sino que amargamente se da cuenta de que David lo volvió a derrotar. Sus palabras en 1 de Samuel 26:25 también expresan esto: sin duda emprenderás tú cosas grandes, y prevalecerás.

i. “El apóstol hace una gran y correcta distinción entre la tristeza del mundo y la tristeza del arrepentimiento piadoso del cual no es necesario arrepentirse. Ciertamente la confesión de pecado de Saúl corresponde al primero, mientras que el clamor de este último aparece en el Salmo 51, arrancado del corazón de David por los crímenes cometidos a lo largo de los años.” (Meyer)

c. Morgan sobre yo he hecho neciamente: “En estas palabras tenemos una autobiografía perfecta. En ellas la historia completa de este hombre es contada.”

4. (1 de Samuel 26:22-25) David explica a Saúl porque no lo mató.


Y David respondió y dijo: He aquí la lanza del rey; pase acá uno de los criados y tómela. Y Jehová pague a cada uno su justicia y su lealtad; pues Jehová te había entregado hoy en mi mano, mas yo no quise extender mi mano contra el ungido de Jehová. Y he aquí, como tu vida ha sido estimada preciosa hoy a mis ojos, así sea mi vida a los ojos de Jehová, y me libre de toda aflicción. Y Saúl dijo a David: Bendito eres tú, hijo mío David; sin duda emprenderás tú cosas grandes, y prevalecerás. Entonces David se fue por su camino, y Saúl se volvió a su lugar.

a. Y Jehová pague a cada uno su justicia y su lealtad: David confiaba en Dios, quien bendice a los justos y a los leales. David conocía la verdad de Hebreos 6:10 antes de que fuera escrita: Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre.

i. David usa el principio del que Jesús habló en Mateo 7:2: Con la medida con que medís, os será medido. David quería la “gran cucharada extra” de la misericordia de Dios para sí mismo, Así que le dio a Saúl una “gran cucharada extra” de misericordia. La generosa medida de misericordia sería una gran bendición para la vida de David más adelante.

b. Así sea mi vida a los ojos de Jehová: David quería cumplir su llamado a ser el próximo rey de Israel. Pero quería ambas cosas: el trono y la bendición de Dios. Se negó a tomar el trono a través de asesinato o rebeldía. El esperaría hasta que le llegara a la manera de Dios. En esto, David confió en que Dios lo protegería cuando con el tiempo llegara a ser rey sobre Israel.

i. David se aferró a este principio, y cuando se convirtió en rey, el reconoció que su justicia fue recompensada. (Salmos 18:20-27).

c. David se fue por su camino: Saúl invitó a David a regresar (1 de Samuel 26:21) pero David no aceptó la invitación. Se esperó a ver si las palabras de arrepentimiento que pronunció Saúl mostraban arrepentimiento genuino en su vida. Pero cuando David se fue por su camino se enfrentó a la tentación de la que habló en 1 de Samuel 26:19 – tentado a dejar a Israel por completo y vivir entre los impíos.

i. “Conociendo el inestable y engañoso corazón de Saúl, no confiaría en ninguna de sus profesiones o promesas, sino que se mantendría fuera de su alcance.” (Poole)

ii. “Como ya no hay nada más que decir, David y Saúl parten, para no verse nunca más.” (Youngblood)

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